Mi mañana comenzó con una llamada:
Inna, hola. me dieron su teléfono por conocidos, la voz de un hombre sonó en el tubo, estaba claro que mi interlocutor ya era viejo.
— Soy de Kharkov, no hace mucho llegué a Kursk. Honestamente, todavía no entiendo cómo fue posible mantenerse con vida. Puedes imaginar lo que está pasando allí, pero conmigo, el perro tiene 13 años, tenía mucho miedo, – la voz en la pipa sonaba excitada. – Tal vez usted sabe que está buscando el guardia con el perro. Al menos deberíamos mudarnos con él en alguna parte.
Durante la conversación aprendí la historia de un hombre y su perro más…
Cuando la casa en la que vivían fue destruida, Alexander Vasilyevich, el nombre de mi interlocutor, entendió que era peligroso quedarse, tomó a Boriska, su perro de 13 años y juntos fueron a Kursk en coche. El camino era peligroso, el hombre admite que tenía miedo todo el tiempo, pero no había otra manera. En su camino a una ciudad extranjera, esperaba que la gente le ayudaría a encontrar un lugar para vivir por un tiempo, para solicitar un trabajo.
Cuando llegamos a la escena, resultó que podían ayudar, pero solo Alexander Vasilyevich, pero no Boriske. El hombre se ofreció a instalarse en el hotel de refugiados, pero inmediatamente dijo que Boriska no se le permitiría allí. La administración podría haber hecho la vista gorda a un animal pequeño, pero no querían ver un perro grande en su habitación de hotel.
Alexander Vasilyevich no me pidió ayuda, solo me habló de lo que le pasó y me preguntó si sé dónde él y Boriska pueden encontrar un trabajo que les ayudará a pagar el alojamiento. El hombre nunca recibió los pagos prometidos. «Estamos de acuerdo con cualquier trabajo, cualquier condición, solo necesitamos un pequeño lugar donde estará caliente y se puede dormir», – dijo el hombre.
Era comprensible que era inconveniente pedir algo a Alexander Vasilyevich, era demasiado modesto para esto y educado, pero la ansiedad por un viejo amigo le hizo encontrar y marcar mi número.
