DESDE BEBÉS DE POCOS MESES A ANCIANOS RELIGIOSOS
El Museo de las Momias de Quinto expone hasta quince cuerpos momificados de forma natural. Son cinco varones, dos mujeres, cinco niños y tres niñas que fueron enterrados bajo el suelo de la iglesia a finales del siglo XVIII.
UN SORPRENDENTE ESTADO DE CONSERVACIÓN
Las momias expuestas en el museo de Quinto tienen un grado de conservación excepcional. Esto hace que cada cadáver funcione como una cápsula del tiempo. En la imagen, una de las momias que capta más la atención de todos los visitantes.
Amantes de los misterios, coleccionistas de rarezas y, en general, curiosos de la ciencia, tienen un nuevo destino que apuntar en sus agendas viajeras: el Museo de las Momias de Quinto, en Zaragoza. El primer museo de su tipo en España. Su singularidad se basa en que expone los cuerpos momificados en el mismo lugar donde fueron exhumados.Y es que, ¿quién dijo que para ver momias hay que viajar a Egipto?
El Museo de las Momias de Quinto se ubica en la antigua iglesia de la Asunción, que data del siglo XV y que los del lugar conocen popularmente como ”El Piquete”. Como suele suceder en estos casos, fue la casualidad la que permitió dar con una curiosa necrópolis durante las obras de rehabilitación del edificio. Se encontraron un total de 1.061 enterramientos; pero una caprichosa combinación de falta de humedad y temperatura constante procuró la momificación natural de una serie de cuerpos enterrados a unos 60 centímetros de la capa superficial.
Aquellos cadáveres bajo el suelo de la antigua iglesia resistieron perfectamente al paso de los siglos y a los bombardeos artilleros y aéreos que durante la Guerra Civil devastaron el pequeño municipio de Quinto, en el frente del Ebro. Ahora, la apertura del museo permite un viaje en el tiempo hasta finales del siglo XVIII, fecha en la que se realizaron estos enterramientos. Al visitante le esperan quince cuerpos momificados, desde niños de pocos meses de vida a una anciana de unos 70 años, y las historias que tienen para contarnos, ¿o es que pensáis que las momias no hablan?
OS PRESENTAMOS LAS MOMIAS DE QUINTO
Tras los muros de estilo gótico-mudéjar rehabilitados que vemos en el exterior, nos aguarda la historia detenida en el timepo. El silencio domina en la nave de la antigua iglesia reconvertida en el Museo de Momias de Quinto. El recorrido comienza con un documental que explica la historia del edificio y de sus inquilinos momificados. Saliendo de la sala de proyección, a nuestra derecha, unos vidrios en el suelo nos revelan parte del foso arqueológico donde se exhumaron los cadáveres. Las momias nos aguardan en la Capilla de Santa Ana; pero, antes, a banda y banda del corto recorrido, una serie de paneles informativos ayudan al visitante para su encuentro con la muerte.
Por supuesto, ayuda a entrar en situación la característica del espacio museístico: que nadie espere las típicas paredes asépticas de los museos; el Museo de Momias de Quinto conserva las paredes ajadas y desconchadas por los siglos de abandono, como si el equipo de rehabilitación no hubiera querido borrar las cicatrices del paso del tiempo.
Entre las momias de Quinto hay de religiosos que fueron enterrados con la cabeza orientada al altar. Los religiosos conservan sus hábitos. Precisamente, una de las momias estrella del museo es la de el cadáver de un individuo vestido con hábito franciscano que conserva todavía el pelo y barba pelirroja. Dos de los clérigos todavía conservan sus zapatos. Y esto, más que una anécdota, fue clave para datar el origen de los entierros. Los científicos, cual detectives forenses, descubrieron que los zapatos tenían ambos la misma horma, ¡hasta alrededor de 1850 no se comenzó a fabricar el pie derecho diferente al izquierdo!
Tal vez son las momias de infantes las que más impactan. Y es que quizá no haya nada más antagónico a la muerte que un bebé de pocos meses; pero, sin duda, entre las muchas lecciones que aprendemos en una visita al Museo de momias de Quinto es que la muerte es inevitable. Una de las momias es la de un bebé de pocas semanas. Además de los cuerpos, la visita se completa con una colección de los principales elementos encontrados en la exhumación: ataúdes policromados de la época, rosarios, botones, agujas, pulseras, crucifijos, o bulas, vinajeras, monedas…