DESDE BRISBANE HACIA LA GRAN BARRERA DE CORAL

ISLAS WHITSUNDAY

En la playa de Whitehaven la marea deja al descubierto sinuosas franjas de arena blanca y agua turquesa.

LA SELVA INTERIOR

Un bosque lluvioso, donde habitan koalas y multitud de aves, corre paralelo a los largos arenales que se extienden al norte y al sur de Brisbane.

BRISBANE

Los edificios del centro financiero dominan el perfil de la capital de Queensland.

GRAN BARRERA DE CORAL

Desde el aire se aprecian las curiosas formas que dibujan los islotes de la Gran Barrera, el mayor arrecife de coral del planeta

EXUBERANCIA NATURAL

Las 220 reservas naturales de Queensland protegen paisajes muy diversos. En la fotografía, la cascada Wallaman (268 m), en el P. N. Girringun.

MAGNETIC ISLAND

La playa de Alma Bay Cove es la más bonita y accesible de esta isla, una de las pocas que están habitadas.

VIDA EN EL ARRECIFE

Sus 600 tipos de coral son el hábitat de 1.600 especies de peces, 30 de cetáceos y 100 de medusas.

GREEN ISLAND

Parque nacional por sus fondos coralinos y por la selva que tapiza su interior, esta isla se halla a solo 45 minutos en barco de Cairns.

LA COSTA DE CORAL

1 Brisbane. La capital del estado de Queensland presume de centro histórico. Al norte y al sur se extienden la Sunshine Coast y la Gold Coast.
2 Isla Fraser. Es la mayor isla de arena del mundo.
3 Archipiélago Whitsunday. 74 islas de interior montañoso.
4 Magnetic Island. Reúne bosques de eucaliptos, pueblos y playas tranquilas.
5 Cairns. Esta ciudad es el principal punto de acceso a la Gran Barrera. Cerca, el Parque Nacional de Green Island alberga magníficos paisajes.

A Queensland le suelen llamar The Holiday State, el Estado de las Vacaciones. Esta definición se aplica, en especial, a la costa comprendida entre las ciudades de Brisbane y Cairns, con playas espectaculares y la Gran Barrera de Coral como atractivo irresistible. Si a esto le sumamos la original fauna australiana y la densidad de los bosques del interior, está claro que sobran los motivos para viajar allí.

A Brisbane, la capital estatal, vale la pena dedicarle un par de días para pasear por el centro, contemplar su skyline desde el mar y apuntarse a un brewery tour que nos descubra sus fábricas de cerveza. Al salir de la ciudad, tanto en dirección sur (Gold Coast) como norte (Sunshine Coast), aparecen largas playas que los surfistas colonizan desde primera hora de la mañana. El fuerte viento, junto con las señales de peligro por las corrientes o por la posible aparición de tiburones y medusas venenosas, dejan claro que esto no es el Mediterráneo. «La gente prefiere nadar en piscinas excavadas en la roca o en playas protegidas con redes», me comenta David, un surfista de la localidad de Noosa.

MUCHO MÁS QUE PLAYAS

Que las playas no constituyen el único valor de Queensland queda demostrado en Beerwah –a 74 kilómetros de Brisbane por autopista–donde se halla el Australia Zoo, propiedad de la familia de Steve Irwin, protagonista de la serie Cazador de cocodrilos, que murió en 2006 por la picadura de una raya. Además de cocodrilos y serpientes, pueden verse koalas, canguros, diablos de Tasmania, pósums y dingos, entre otros. Suficiente para darse cuenta de que la fauna australiana es de lo más original.

La siguiente parada de la ruta hacia el norte es Hervey Bay, un pueblo de pescadores reconvertido en base para salir a avistar ballenas o para embarcarse hasta Fraser Island, la isla de arena más grande del mundo. A pesar de su corazón arenoso, sus 120 kilómetros de largo albergan un paisaje variado de bosques, pantanos, lagos, colinas y playas de ensueño. Los aborígenes la llamaban K’gari, que significa paraíso, pero acabó por adoptar el nombre de Eliza Fraser, una mujer que tras naufragar su barco en 1836 sobrevivió en la isla gracias a las tribus locales.

La ciudad de Bundaberg, a 60 kilómetros de Hervey Bay, llama la atención por los campos de caña de azúcar que la rodean. Es el producto esencial para elaborar uno de los rones más famosos de Australia, el Bundaberg (Bundy para los australianos), que empezó a fabricarse en 1889. Las extensas plantaciones de caña y de plátanos dotan de un ambiente tropical a la costa de Queensland. El factor humano también se deja ver en las casas coloniales que, en el siglo XIX, edificaron los pioneros que buscaban oro en ciudades como Ravenswood y Rockhampton.

A esta última, por cierto, se la considera la capital australiana de la ternera y, además, cuenta con un interesante centro de cultura aborigen. El nombre de James Cook, «descubridor» de Australia en 1770, se repite en esta costa tanto por sus osadas navegaciones como por los nombres con los que bautizó algunos accidentes geográficos. Repulse Bay, por ejemplo, se llama así por su poca profundidad, y las islas Whitsunday, porque Cook pasó por allí un domingo de Pentecostés (su significado en inglés), aunque los historiadores aseguran que en realidad era un lunes. Este archipiélago, que suele visitarse durante un crucero, agrupa 74 islas y ejerce de popular destino gracias a sus playas, a su vegetación tropical y a las abundantes aves que la habitan.

De nuevo en tierra firme se impone una parada en Townsville, puerto principal para alcanzar dos enclaves imprescindibles: Magnetic Island y la Gran Barrera de Coral. Situada a poca distancia de la costa, Magnetic ofrece un poco de todo: aldeas encantadoras, playas rodeadas de araucarias y eucaliptos, y senderos que recorren las montañas de su parque nacional. El nombre se lo puso, cómo no, James Cook, al ver que su compás se desviaba al pasar cerca de la isla en 1770.

La Gran Barrera es el tesoro de Queensland. El mayor arrecife coralino del planeta se extiende a lo largo de 2.300 kilómetros y más de 1.000 islas. Sumergirse en este mágico mundo permite admirar las distintas formas del coral (600 tipos) y una increíble diversidad de animales, que incluye desde cetáceos y peces, hasta moluscos, esponjas y tortugas marinas.

Queensland tiene aún mucho que enseñarnos camino de Cairns. A una hora y media de Townsville, el Parque Nacional Girringun guarda el mayor salto de agua de Australia, la cascada Wallaman. Su caída de 265 metros se ve desde distintos puntos a lo largo de un sendero rodeado de bosque. A otra hora más de ruta, cerca de Innisfail, aparece un lugar de aire gaudiniano llamado Paronella Park, con una escalinata, un lago, un cine y un castillo. Los locales lo conocen como Spanish Castle y lo construyó el catalán Pep Paronella, que había emigrado en 1913 a Australia, donde hizo fortuna con la caña de azúcar.

En Cairns emergen los grandes hoteles, los apartamentos, los centros comerciales y miles de bares y restaurantes. Pero justo enfrente de esta gran ciudad, a apenas 45 minutos en transbordador, la pequeña Green Island ofrece un refugio de calma. Declarada parque nacional, su interior selvático, su playa de arena blanca y sus fondos de coral son un espectacular final a esta travesía por la costa de Queensland.

 

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