CINCO DIRECCIONES PARA COMERSE MAHÓN

Considerada por muchos como la hermana pequeña de Mallorca, Menorca tiene una personalidad propia sobradamente arrolladora, capaz de convencer de un solo bocado incluso al más escéptico. Años de tradición y mezcla de culturas le avalan. Por aquí han pasado romanos, árabes, británicos… y todos han dejado su huella en una gastronomía tan rica como sabrosa, plagada de platos típicos y elaboraciones autóctonas que en Mahón, además, se pueden disfrutar con increíbles vistas al mar incluso a la hora de las tapas. Para prueba, estas cinco direcciones que están para comérselas.

SA COVA, MARCHANDO UNA CALDERETA DE LANGOSTA

La caldereta de langosta es uno de los platos más populares de Menorca. Se dice que las mejores se pueden degustar en Ciutadella o Fornells, pero la vida está para romper tópicos y Mahón y sus alrededores tiene unos cuantos restaurantes en los que saborear este guiso caldoso de marineros como se merece. Uno de ellos es Sa Cova, una cueva de pescadores convertida en el restaurante más carismático y singular del hotel Hamilton Menorca. Apenas cuenta con un puñado de mesas para los privilegiados que quieran disfrutar del sabor más genuino de la isla, con el aliciente de hacerlo a solo un par de metros del agua que baña cala Llonga –una de las zonas más exclusivas a este lado de Menorca–.

MERCADO DE ABASTOS, PERFECTO PARA IR DE TAPAS

Dentro del Mercado del claustro del Carmen, levantado en un edificio del siglo XVIII, están algunas de las mejores tapas de Menorca. Desde las croquetas de sobrasada típica a las croquetas de endibia (no hay que fiarse del nombre, porque en realidad se trata de una especie de buñuelo de escarola rebozada y frita en tamaño XXL) del Refectori, el espacio gastronómico de Es Claustre. Por las noches suelen organizar conciertos y eventos culturales en Sa Terrasa, el espacio central y descubierto del mercado. Hay que estar muy atentos a su programación, porque por aquí han pasado ya desde El Niño de Elche a Ismael Serrano o el carismático Leo Bassi.

LA MOJIGATA, SIEMPRE A PUNTO PARA UN ‘OLIAIGUA’

La Mojigata es una de esas tabernas que tampoco pueden faltar en toda visita gourmet a Mahón. La experiencia va de probar uno de los platos de más tradición familiar y popular: la oliaigua, otro guiso típico, mucho más humilde que la caldereta, pero que también ha contribuido a dar prestigio a la gastronomía de la isla. Dicho de otro modo, se trata de un guiso popular, de cocina de aprovechamiento, que consiste en un caldo cocinado a base de aceite y agua -como su propio nombre indica-, además de otros ingredientes como tomates, cebolla, ajos y pimiento verde.

EL MERCADO DEL PESCADO, UNA LONJA PARA IR A CENAR

El Mercado del Pescado es, junto al mercado del Claustre, otra de esas direcciones a tener en cuenta. A un lado, puestos de mercado de toda la vida para comprar pescado recién traído del puerto; y al otro, puestos para probar raciones, frituras y bocados hechos con esos mismos pescados. Un tapeo informal, en versión fría o caliente, con propuestas para elegir que van desde sepia con salsa verde o calamares, a pinchos de gambas o incluso ostras. Eso sí, suele estar a tope, pero eso también forma parte de la gracia.

PIPET & CO CAFÉ LAB, PARA ALMORZAR BOCADILLO DE SOBRASADA CON QUESO

Imposible irse de Mahón sin probar uno de sus embutidos más célebres: la sobrasada. Se ve por todos lados: en puestos de mercado, en tiendas delicatessen, en platos de restaurantes de prestigio y hasta en cafeterías, porque cualquier momento es bueno para comerla. De hecho, incluso a la hora del desayuno o almuerzo. En sitios como Pipet&Co Café Lab lo preparan en bocadillo, untado en sobrasada y acompañado de queso. Puede sonar a desayuno de campeones, pero es que su pan calentito y la sobrasada a medio derretir es demasiada tentación.

 

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