RESTAURANTES SLOW FOOD, VIAJE EN BUSCA DE LOS SABORES MÁS AUTÉNTICOS

Los restaurantes Slow Food, que dan prioridad a los productos del entorno, proponen una forma diferente de descubrir el territorio. Estos son los que encontrarás en Cataluña

EL ARCA DEL GUSTO

El movimiento Slow Food Cataluña apoya una quincena de productos que integran su actual Arca del Gusto.

MERCADOS DE LA TIERRA

Este tipo de mercados, como el del Parque de las Tres Chimeneas, garantizan la cercanía y calidad de los productos.

RESTAURANTES KM0

Llafranc cuenta con un restaurante de kmO, pero existen muchos establecimientos a lo largo y ancho de Cataluña.

UNA EXPERIENCIA DISTINTA

Acudir a los restaurantes con distintivo Slow Food permite descubrir un tipo de cocina que refleja la singularidad de la tierra, el mar y las tradiciones.

DISTINTIVO SLOW FOOD

Los restaurantes adheridos a este movimiento son fácilmente distinguibles gracias a la insignia oficial sabiamente representada por uno de los animales más lentos que conocemos, el caracol.

Si la cocina es el paisaje llevado a la cazuela, como escribió Josep Pla, los alimentos pueden ser los protagonistas del cuadro. Cataluña vive un interés creciente por la cocina de proximidad, elaborada con alimentos de temporada y obtenidos de forma ecológica o sostenible. Optar por ellos contribuye a recuperar las variedades locales, muchas en riesgo de desaparición, pues la agricultura moderna se centra en un número reducido de especies. Al preferir estos productos se potencia además la conservación de los ecosistemas agrícolas.

EL MOVIMIENTO SLOW FOOD

Nació en Italia como una respuesta creativa al fast food, reivindicando una cocina saboreada sin prisas, acorde con los alimentos y tradiciones de cada lugar. Hoy cuenta con 100.000 miembros en 122 países. Entre sus iniciativas sobresale el Arca del Gusto, un catálogo con las variedades vegetales y las razas de ganado de cada ecorregión.

Slow Food Cataluña apoya una quincena de productos que integran su actual Arca del Gusto. Son la guindilla de Tiurana, el brécol de Santa Teresa, las cebollas de Col de Nargó y de Campeny, la lechuga Escaroler, las judías de La Neu, el aceite de oliva Sarrut, la patata del Bufet, los tomates Rosa de l’Etern Verdaguer, Rosa d’Albesa y Trumfera, la oveja de raza Ripollesa, la longaniza de Vic y el embutido Ventre d’Ossos. Además, en la categoría de baluartes se incluyen productos con los que se intenta proteger tanto un alimento como su entorno agrícola. Son la mongeta del ganxet –judía de las comarcas del Vallés y el Maresme–, la escarola Perruqueta, la col Paperina, el gallo del Penedès, los vinos obtenidos a partir de la uva malvasía de Sitges y los brotes e inflorescencias de la col brotonera, propia del Garraf.

La ciudad más cosmopolita de España conserva entre su gran oferta culinaria internacional los restaurantes que marcaron su historia y que son su principal seña gastronómica

CAN CULLERETES

Abierto desde 1786, este restaurante situado en el barrio Gótico, justo al lado de la Rambla, está incluido en el Libro Guinness de los Récords como el restaurante más antiguo de Barcelona y el segundo de España que no ha sido nunca cerrado. En 1958 fue adquirido por la familia Agut, quienes remontaron el negocio convirtiéndolo en un restaurante de referencia. Actualmente, en él aún se conservan baldosas con más de 200 años de antigüedad. Sus interiores evocan a la época modernista y están decorados con pinturas costumbristas y fotografías de famosos que han cenado en el local. En los fogones lo que se ofrece al consumidor es la tradicional cocina de mercado con dosis de innovación y una buena relación calidad-precio.

CAN RAMONET

Fundado en 1753, esta fue la primera casa que se construyó en el barrio de la Barceloneta. Inicialmente, el lugar era utilizado como bodega de vinos, hasta que más tarde se convirtió en una taberna para pescadores. En 1956 reabrió sus puertas como Can Ramonet y, sin esperarlo, el restaurante acabaría liderando la gastronomía del barrio. Con una decoración cuidada, que intenta transmitir la tradición del local con los barriles de vino, sus especialidades son el arroz negro, las paellas, la fideuá, las cazuelas de marisco, el pescado, las tapas y los platos de autor.

4 GATS

Ubicado en la calle Montsió, este emblemático restaurante fue inaugurado el 12 de junio de 1897. Su fundador fue Pere Romeu, un camarero del restaurante parisino Le Chat Noir quien, con la ayuda de Ramón Casas y Santiago Rusiñol, creó una taberna con música de piano. Uno de sus primeros clientes fue Rubén Darío, quien quedó fascinado de sus detalles artísticos tanto de la fachada como del interior del local. 4 Gats pronto comenzó a ganar fama entre artistas e intelectuales. Picasso fue uno de ellos, quien se encargó de crear el diseño del menú del restaurante. Otros comensales que lo frecuentaban fueron Isaac Albéniz, Enric Granados o el arquitecto Antoni Gaudí. Por aquella época, 4 Gats fue uno de los rincones más inspiradores de Barcelona, hasta la llegada de la Guerra Civil, que provocó su declive. En los años 70 tres empresarios catalanes se unieron para reabrir sus puertas y, tras haber cambiado de dueños y haber llevado a cabo algunas reformas, 4 Gats ha vuelto a recuperar el esplendor de sus mejores días, convirtiéndose en un lugar de culto en el centro de la Barcelona medieval.

LOS CARACOLES

Fundado por la familia Bofarull en 1835, este histórico restaurante ha adquirido su nombre actual debido a su plato estrella: los caracoles. La especialidad de la casa que ha atraído a su comedor a personajes ilustres del mundo del arte, la política y las finanzas. Algunos de ellos fueron Charlton Heston, Jimmy Carter, Robert de Niro, Joan Miró, Salvador Dalí y su mujer Gala, entre otros. Durante todos estos años, las cuatro generaciones de la familia Bofarull ha sabido conservar la esencia del restaurante, así como mantener la excelencia de la cocina tradicional catalana elaborada con los productos de mayor calidad. Entre sus especialidades están los arroces, el suquet de peix y el bacalao a la empordesa.

7 PORTES

Su nombre hace referencia al número de entradas para el público, ya que había una octava, pero estaba destinada al personal. Fue construido a mediados el siglo XIX, junto con los emblemáticos porches del paseo Isabel II por orden del empresario Josep Xifré. En sus inicios, 7 Portes fue abierto como un café de lujo y no fue hasta 1929, bajo la dirección del chef Morera, cuando se convirtió en un restaurante. Sus mejores años fueron en la década de los 40, cuando el local pasó a manos de Paco Perellada, miembro de uno de los grupos de restauradores más prestigiosos de Cataluña. Su cocina, en la que destacan especialidades como la paella, las zarzuelas y los guisantes “ofegats”, llamaron la atención de los comensales, quienes lo convirtieron en un restaurante de referencia en la Ciudad Condal. Por él también pasaron ilustres personalidades como Pablo Picasso, Joan Miró, Rafael Alberti, Salvador Dalí, Alexandre Flemming y más de 50 Premios Nobel. Hoy, algunos de los asientos que ocuparon están marcados con una placa.

CASA LEOPOLDO

El restaurante Casa Leopoldo abrió el año 1929 en pleno barrio del Raval. Nació como una modesta tasca portuaria, pero al cabo de poco tiempo se convirtió en uno de los establecimientos de referencia en la Barcelona de la época, especialmente para el mundo intelectual y artístico de la ciudad. Por él pasaron escritores, toreros -su fundador lo había sido, de ahí los detalles de la decoración que se han mantenido a lo largo del tiempo-, políticos, bohemios y personajes de la farándula, que dejaron sobre los manteles sobremesas y tertulias literarias y taurinas irrepetibles. Jaume Perich, Eduardo Mendoza, Lluís Permanyer o Manuel Vázquez Montalbán eran clientes habituales que lo frecuentaban atraídos por sus guisos caseros y su atmósfera única; Montalbán lo popularizó como el restaurante favorito de Pepe Carvalho, el detective protagonista de muchas de sus novelas.

La última crisis económica obligó a sus fundadores, la familia Gil, a cerrar las puertas de su legendaria “casa” en 2015. Eso sí, como si de una novela se tratase, lo hizo dejando su final en puntos suspensivos. Poco ha durado la incertidumbre porque la reapertura de Casa Leopoldo está prevista para marzo del 2017. Lo hará con nuevos gestores y la promesa de mantener platos clásicos de su carta, como el rabo de toro y los arroces, y la esencia de la decoración, especialmente los azulejos y las fotografías que cuelgan de las paredes y que en silencio repasan la vida de la Barcelona del siglo xx.

ANTIGA CASA RAFAEL

En el barrio alto de Barcelona, en la calle Major de Sarrià, se encuentra este histórico restaurante que lleva abierto desde 1873. Su propiedad siempre ha estado en manos de la familia Jornet, quienes se han encargado de mantener su ambiente acogedor y conservar la calidad de su cocina a lo largo de los años. Entre sus platos destaca la paella de tía Antonia, una de sus cocineras más veteranas, habitas con chipirones, callos a la Juliana, rabo de toro y el chuletón de Girona. En cuanto a los postres, sus especialidades son la leche frita, la crema catalana y la “mel i mató” de Montserrat.

El incremento del turismo de las últimas décadas ha hecho que Barcelona cuente con una variada oferta gastronómica. Cocinas de todas las partes del mundo han encontrado su hueco y a su público en una ciudad donde todas las nacionales tienen cabida. Este crecimiento no ha hecho que la cocina más tradicional se haya perdido, ni que todos los locales centenarios que en su día triunfaron por su calidad, precio o la clientela que los frecuentaban, hayan desaparecido. El barrio Gótico o la Barceloneta son una mina de oro. Aquí es donde se encuentran muchos de los restaurantes históricos conocidos por contar entre sus comensales con algunos de los artistas más reconocidos como Pablo Picasso, Antoni Gaudí, Salvador Dalí, Ramón Casas, Eduardo Mendoza o Santiago Rusiñol. 
Like this post? Please share to your friends: